El entorno en el que se desenvuelve la educación superior.

“Efectivamente, en las sociedades informacionales (o más desarrolladas) la lógica política y económica se sustenta en una innovadora trilogía: el capital debe ser el humano, el sistema de producción debe estar organizado sobre un aparato de conocimiento e información, y la materia prima es consubstancial y paradójicamente conocimiento e información.
(…) los centros educativos, y en ellos las aulas, y por ende sus docentes y estudiantes, deberán asumir que la información es lo crucial y el punto neurálgico para articular los sectores educativos y productivos; es decir, el sistema educativo debe preparar ciudadanos para estas nuevas formas de producción y de poder.” (Picardo Joao, 2002).
El término Sociedad de la Información ha ganado presencia en Europa, en donde ha sido muy empleado como parte de la construcción del contexto para la Unión Europea. Un estudio elaborado con el propósito de documentar los avances europeos al respecto señalaba, con cierto optimismo, que:
“Las Sociedades de la Información se caracterizan por basarse en el conocimiento y en los esfuerzos por convertir la información en conocimientos. Cuanto mayor es la cantidad de información generada por una sociedad, mayor es la necesidad de convertirla en conocimiento. Otra dimensión de tales sociedades es la velocidad con que tal información se genera, transmite y procesa. En la actualidad, la información puede obtenerse de manera prácticamente instantánea y muchas veces, a partir de la misma fuente que la produce, sin distinción de lugar. Finalmente, las actividades ligadas a la información no son tan dependientes del transporte y de la existencia de concentraciones humanas como las actividades industriales. Esto permite un reacondicionamiento espacial caracterizado por la descentralización y la dispersión de las poblaciones y servicios.” (Ortiz Chaparro, 1995:114).
Este panorama, donde la globalización ejerce su imperio, indica que, para existir o mejor dicho, para existir mejor, se necesita estar conectado con el mundo. Cuanto mayores sean las posibilidades de conectividad, mayores las posibilidades de existencia. Y esto, parece ser lo propio de nuestro tiempo; hoy somos en función de nuestra conectividad. Pero al mismo tiempo, se debe tener en cuenta como funciona este panorama en el escenario latinoamericano pues al parecer no “todos” adquieren la “capacidad de circular en el planeta y conectarse a una red mundial” (Tucherman, 2001:152).
Estos escenarios sociales diversos (diversidad que es riqueza en tanto complejidad cultural) por otro lado devienen de situaciones de extrema pobreza, de serios problemas de distribución de la riqueza y de situaciones de marginalización de diferentes sectores poblacionales. De esta manera, América Latina, como en otros continentes, parece acarrear con algunas de las consecuencias propias de la globalización, esto es: “desafiliación social”y fragmentación social.
La Universidad, en el marco de los paradigmas de formación, integración y calidad que debe encarnar como institución pública, enfrenta entonces el desafío de contribuir a la democratización de la sociedad, aportar a la construcción de ciudadanía, favorecer la cohesión social de modo de garantizar la equidad y la participación en los beneficios del desarrollo social.
Los países que han logrado alcanzar el éxito no han basado su desarrollo únicamente en el incremento de las exportaciones, sino también en la inversión de cantidades de dinero en ciencia, tecnología y educación superior. Por lo tanto las estrategias nacionales de desarrollo deben combinar la globalización con una suficiente inversión pública.
Todas las sociedades están experimentando el incremento en la demanda de acceso a la Educación Superior, principalmente en orden a responder al requerimiento creciente de ciudadanos entrenados para una economía que depende cada vez más de las habilidades relacionadas con el conocimiento y el manejo de la información. Podemos afirmar que son las instituciones de Educación Superior las que pueden formar a esos ciudadanos.
Hoy, la educación superior está llamada a jugar un papel cada vez más importante no sólo en la formación de profesionales, sino en favorecer la apropiación social de los conocimientos y fundamentalmente en la generación de nuevos conocimientos, que respondan a las necesidades de la sociedad en el corto, mediano y largo plazo.
La formación de profesionales, actividad que da cuenta de la función de enseñanza de la Universidad, ya no solo debe centrase en el desarrollo de saberes y habilidades especializadas y de calidad científica, sino también en la formación de capacidades para resolver creativamente los problemas imprevistos que se puedan presentar en la práctica laboral. Los futuros profesionales desde la instancia formativa inicial deben entrar en contacto con la realidad que los coloque en situación de asumir una visión solidaria del conocimiento que fueron construyendo en la Universidad y que les implica abordajes de tipo profesional. Esto significa la asunción de una perspectiva preocupada por la formación de profesionales críticos, conscientes de su compromiso social en el ejercicio profesional..
No quedan dudas sobre la importancia de la educación superior en la transformación de los entornos. Sin embargo la magnitud y profundidad del impacto de la academia y la investigación dependerán en gran medida del desempeño de las entidades universitarias.
Ante esto pareciera que no es suficiente que la Universidad Pública estéabierta al medio social, no alcanza con ofrecer lo que se sabe hacer, ni siquiera hacer lo que le demandan; hoy la Universidad debe hacer lo que es necesario y es necesario salir y formar parte y una de sus herramientas principales es la extensión universitaria..
"Educación y ciencia han dejado de ser solamente objeto de intelectuales y científicos especializados y se han convertido en un requisito permanente para participar de las sociedades contemporáneas."